El PCE como impulsor y
organizador de una NUEVA CULTURA
La primera batalla que
perdimos, y que de alguna manera fue decisiva en el devenir de las batallas
posteriores, fue la batalla cultural.
Simultáneamente a que el PCE empezase a
adoptar sus formas organizativas para la batalla electoral, renunciando a
organizarse en los centros de trabajo, se fue abandonando también uno de los
frentes principales de lucha para un Partido Comunista: el frente cultural. La
primera batalla que perdimos no fueron las reformas laborales, ni las reformas
educativas, ni los recortes en sanidad, en educación, en derechos, las
privatizaciones, etc. La primera batalla que perdimos, y que de alguna manera
fue decisiva en el devenir de las batallas posteriores, fue la batalla
cultural.
El capitalismo nunca habría podido vencer el asalto del siglo XX si no hubiese
inundado el mundo con todas las formas posibles de expresión cultural para
difundir los valores sobre los que se sostiene: el individualismo, la
competitividad y la guerra…(y por supuesto el anticomunismo). Para ello ha
utilizado todos los medios a su disposición: la televisión, el cine, la música,
los videojuegos, los libros, las revistas, los periódicos, la publicidad.
El capitalismo logró imponer la cultura del individualismo ante la inacción y
la incapacidad para responder culturalmente desde las organizaciones de clase,
que además de no saberse adaptar e intervenir ante la nueva composición de la
clase trabajadora, fueron incapaces de dar impulso a una nueva cultura de la
solidaridad que pusiese a la clase trabajadora en el centro de la
transformación social, y que lograse que el conjunto de esta se sintiese parte
del mismo sujeto transformador; es decir, la mayoría de la clase trabajadora
dejó de considerarse a sí misma como clase trabajadora, y por tanto abandonó su
aspiración para disputar la hegemonía y el poder a las clases dominantes.
Los momentos de la historia del PCE en los que ha sabido impulsar una política
cultural efectiva, tejiendo las alianzas oportunas, han sido precisamente los
momentos en los que la acción política del Partido ha sido decisiva, incluso
hegemónica. Tanto en los años 30 del siglo pasado, como durante los años 50 y
60 de la dictadura franquista, e incluso en los años de la llamada
“Transición”, quedaba patente el papel del Partido en la construcción de una
cultura al servicio de la transformación. Sin embargo, la política cultural del
PCE, al igual que su acción directa en el movimiento obrero fue abandonada, con
los resultados trágicos consiguientes.
Volver a Renau
Cuenta Josep Renau -histórico cartelista, pintor y destacado militante del PCE-
en un texto escrito en 1975 donde recuerda la situación en el Partido en los
años 30, como allá por 1931 el Comité del PCE en Valencia estaba formado por
tres artistas plásticos, un barítono, tres o cuatro estudiantes universitarios
y algún artesano. Y cuenta como en las reuniones plenarias de la organización
podía observar casi la misma composición social "sin que hubiese rastro
del proletariado".
Era aquella la época en la que el Partido Comunista no era capaz de llegar a la
gran masa de la clase trabajadora y vivía encerrado en sí mismo. Eso hizo que
el propio Renau enviase una carta muy crítica a la dirección del Partido que
casi le cuesta la expulsión.
Pero hubo algo que la frenó, y fue la llegada de Pepe Díaz a la Secretaría
General del PCE, quien acudió a Valencia poco después de su nombramiento y tuvo
una entrevista especial con los intelectuales del grupo de Renau para decirles
que su actitud critica había sido debidamente apreciada por la nueva dirección,
y le aseguró que se redoblaría el esfuerzo del Partido para llegar a la clase
trabajadora y que los intelectuales eran fundamentales para la lucha
ideológica.
Meses después de aquella entrevista con Pepe Díaz, a mediados de 1932 se crea
en Valencia la Unión de Escritores y Artistas Proletarios, que pocos meses
después ya contaría con unos 60 intelectuales valencianos de distintas
disciplinas y matices ideológicos.
Empezó entonces a retomar una vieja idea de fundar una revista que fuera
asequible a los sectores más curiosos e inquietos de la clase obrera y de la
pequeña burguesía campesina y urbana. Sus vivencias le habían descubierto una
parte muy importante del frente cultural totalmente desguarnecida. Y creía que
había llegado la hora, como él decía"de hincar el arado en aquellas
tierras feraces, abruptas y abandonadas por la cultura clasista".
Y así empieza a concretar el proyecto de fundar la revista NUEVA CULTURA, una
revista que abogaría por una nueva cultura eminentemente popular sin caer en el
populismo, y que vio la luz y se publicó entre 1935 y 1937. A ella dedicó
Renau sus principales esfuerzos durante ese tiempo. En ella colaboraron los
principales intelectuales españoles del momento y fue clave para librar la
batalla ideológica contra el fascismo y por la unidad de la clase trabajadora.
La aportación de Renau con su obra, con sus inconmensurables carteles, fue
enorme. Como enorme fue también su labor política y organizativa, y muy
importante es también la visión que Renau tenía sobre el papel que debía jugar
la cultura en la transformación social.
Recuperar la política cultural del Partido pasa por recuperar la visión de
Renau para utilizar el arte como vanguardia, como lenguaje, como canal
para la proyección de una idea; como potencia y fuerza creadora sobre las
condiciones políticas y sociales. Supone activar los mecanismos necesarios que
permita poner a marchar juntos a los trabajadores y al mundo de la Cultura, al
menos aquella parte que considera a esta como un vehículo para la
difusión de valores superiores, al servicio del ser humano, y contra las
élites.
La cultura puede y debe ser la potente palanca para transformar las condiciones
históricas y sociales, para la creación de un nuevo país, y debe incitar el
desarrollo de los mujeres y hombres, jóvenes y mayores, que han emergido de la
lucha contra los recortes, contra la represión, contra los desahucios, contra
la explotación, contra los EREs, a través de una cultura superior de contenido
humano, sintetizando en ella la inquietud de todas las generaciones de
artistas (especialmente las más jóvenes) que sienten hervir en su sangre los
latidos de estos nuevos tiempos.
Es labor del Partido Comunista, como lo fue en otros momentos de nuestra
historia, saber imprimir el impulso a esa nueva cultura que gire en torno al
trabajo y se levante en armas contra el capital.